miércoles, 9 de marzo de 2011

Deseos de una hoja de avellano

El tiempo. Enemigo histórico del hombre, cruel burlador de los que vamos con prisas, triste pero inevitable factor inflexible. ¿Qué buscas? ¿Qué pides? Nos maltratas, nos utilizas, nos manipulas, nos llevas y nos traes a tu antojo, y nosotros tenemos que aprender a vivir con ello, no hay otro remedio.

Como una rueda de camión que atropella una tierna y atrevida hoja de avellano, quitándole todo lo bello que poseía, dejándola sin vida, marcada. Así nos dejas, tiempo, pasas a un ritmo frenético, dejándonos desnudos, sin armas de protección posible, dejando tus huellas en nuestra piel, las huellas de tus ruedas.

¿Por qué huyes, tiempo? ¿Quién te persigue? Pasas por nuestra vida desordenándolo todo a tu paso, haciéndonos cambiar, creándonos un caos que poco a poco debemos ir arreglando. ¿Y todo para qué? Para que de nuevo aparezcas y nos quites todo aquello que creemos nuestro.

Quizá huyes porque eres sabio, quizá es que sabes que el que intenta perdurar para siempre en lugar de escabullirse y huir, acaba pisoteado. Y yo quiero ser como tú, tiempo. Déjame subirme contigo en tu camión, déjame sentir tu velocidad, ir a todo trapo, y observar las ignorantes y desgraciadas hojas de avellano que van pasando bajo nuestras ruedas, convirtiéndose en tus huellas, en huellas del tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario