lunes, 9 de diciembre de 2013

Mis mosquitos


Entiendo “mosquitos” como algo que pica, que escuece, que deja heriditas, pequeñas inflamaciones molestas. Nada mortal, ni desgarrador, simplemente algo que me aparece de repente, algo que debo evitar porque pica. Y cuanto más me rasco, más me pica.


Aita mirando la tele mientras le hablo, ausente.
Borracheras en luna llena.
Ju de mal humor, recién levantada de su siesta.
Mi cuenta de Spotify sin minutos.
El horario imposible de Nat y su “tengo ganas de verte”, incompatibilidad.
El tabaco seco y deshecho del final del paquete.
Las ganas de hacer pis todo el rato.
Las ganas de hacer sexo todo el rato.
Los debates demasiado viscerales con Álvaro, lo que se nos va de las manos.
Sunahi creciendo.
La risa histérica de Samira.
Llamada perdida de Begoña.
El contestador de Álvaro.
Tú cuando no estoy contigo.
Ama en algún sueño.
El final de la canción.
Todo lo que quiero hacer y no hago.
Todo lo que no quiero decir y digo de repente.
Mis lágrimas de auto-compasión.
Marina mordiéndose las uñas todo el rato.
Un abrazo que doy mal. O que recibo mal.
Mis siestas.
El tiempo visto hacia atrás.
Los ojos cansados de Lorena.
El “esto en breve se acaba” de Nidhi.
Alarmas aplazadas cinco minutos una y otra vez.
Nescafé soluble.
Janis Joplin en volumen 30.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Tormenta en la corte

Elogio a King Lear y a la experiencia de leer a Shakespeare en el metro de Barcelona.

Se deshace, desnudo, el Bufón de nostalgia. Se acabó la picaresca. Contempla el Rey la realidad en crudo: la farsa desgastada ya no puede hacer nada por él. El telón empieza a ser transparente y ya no queda nadie con ganas de besar.

La locura empieza a acariciarnos.

lunes, 11 de noviembre de 2013

martes, 29 de octubre de 2013

Hermanos III

- Las plantas de papá: esas hijas calladitas, modositas, que siempre quiso...

- Muy gracioso. (pausa) Los espejos de papá: esos hijos fieles, reflejos de sí mismo, que siempre quiso...

miércoles, 23 de octubre de 2013

El momento del parpadeo

Muchos sitios y ninguno a la vez,
muchas cosas y vacía al mismo tiempo,
mucha gente y sin embargo nadie.

viernes, 30 de agosto de 2013

Incienso


A Ju, para que no le duela la cabeza.

- Quiero ser una niña.
- Y yo una nube.
- Si fueras una nube, yo te tocaría.
- Hmmm…

(pausa)

- Aunque, como no tienes cuerpo (al menos el que conocemos como humano), te tocaría una gota… Y eso, a lo mejor, en el mundo de las nubes, es el pene. O el hombro. O el esfínter anal.

(pausa)

- Estarías casi masturbando a una nube…
- ¿Y la eyaculación es la lluvia?
- Podría serlo…

(pausa)

- Me duele la cabeza del incienso…

sábado, 24 de agosto de 2013

Ruptura


Enormes cristales afilados subiendo por mi tráquea. Escupo uno a uno cada trozo transparentemente limpio. Cortan, duele, pero no hay sangre. Voy guardando los añicos en la mano, quizá para reconstruir algo que dentro de mí se ha roto, algo que mi cuerpo está rechazando. Apenas puedo respirar, los cristales escalan por mi garganta sin parar, uno detrás de otro, sin tregua. No vienen del estómago, no los estoy vomitando, no los tragué en ningún momento; vienen de más arriba, de otro lugar, del pecho quizá. Algo se ha roto ahí dentro, algo de cristal, y sin darme cuenta, contracción tras contracción, estoy barriendo, quitando mi mierda, sacándola fuera.

“¡Para ya!, ¡respira, joder!, ¡vas a cortarte!, ¡para, para ya, por favor!”. Me lo dices como si pudiese parar, como si esto lo estuviese haciendo yo. Me lo dices como si no me estuviese cortando ya. Sí, me estoy cortando, ¡claro que me estoy cortando!, y duele. Pero no pasa nada. Te veo preocupada, estás llorando. No puedo hablar y decirte que no pasa nada, que lo que me pasa es normal, que duele pero que me irá bien, no puedo explicarte que simplemente estoy echando mierda fuera. Pero no llores, por favor, estaré bien.

Los cristales ya no caben en mis manos, son demasiados. Tú me ayudas y guardas unos cuantos en tus manos para liberar un poco las mías. Los coges con cuidado, para no cortarte. No sabes que estos cristales, por muy afilados que parezcan, jamás podrán cortarte, solo me cortan a mí, son míos, tan solo me duelen a mí.

Busco la sangre y no la encuentro, los cristales siguen saliendo limpios. Tiene que haber sangre, porque duele…

De repente el cielo se tiñe de rojo, quizá es esa la sangre que buscaba. Tú te asustas. Miras hacia arriba, por fin en silencio, has dejado de llorar. Parece que lo has entendido, parece que estás recordando. Sigo escupiendo.

Bajas la mirada, observas tus manos llenas de mis cristales. De repente ya no ves mis cristales y empiezas a ver tu martillo. No querías que pasara esto, no sabías que pasaría. Me abrazas. Sí, lo has entendido. Me agarro a ti, fuerte, pero el contacto de tu pecho con mi pecho, recién roto, duele, corta sin sangre. Otro cristal trepa por las paredes de mi garganta, acerco la mano a mi boca para guardarlo con el resto. Tú empiezas a llorar de nuevo, pero con un llanto distinto al anterior, un llanto más tranquilo, más amargo, porque ya lo entiendes.

Sigo sin poder hablar para decirte que no pasa nada, que estaré bien.


Mamá Google.

domingo, 18 de agosto de 2013

Cuentos en gerundio: vacaciones en Donosti

A Sunahi.

El sol gritando alto y claro que la vida es bella de vez en cuando. Los tamarindos acariciando el viento que pasa potentemente de todo. El cielo respirando profundo, grande. El amarillo de la bandera ondeando en nombre del brillante, bravo y escandalosamente frío mar Cantábrico. Tú pidiéndome que me quede un rato más en el agua, queriendo compañía. Las nubes flotando ahora poco pesadas y enredadas en mis volátiles pensamientos.

viernes, 16 de agosto de 2013

Ocell-estel

A la ciutat, els ocellets són els estels fugaços del matí. Creuen el trosset de cel que es pot veure entre edifici i edifici, acaricien el blau que s’endevina per lògica científica, em fan aixecar la vista durant un instant i em porten el record fresc de la grandesa i riquesa de tot allò que hi ha fora d'aquest lloc que ens fa esclaves. I llavors volo amb aquell ocell-estel durant una estoneta. A vegades xiulo i tot sense adonar-me’n; sóc un ocell-estel. Quina lleugeresa!

Però, amb la inevitable i típica fugacitat dels moments volàtils, l’ocell-estel em deixa de ser visible i es perd girant cantonada. Deixo de volar i, encara pitjor, penso que no he volat en cap moment. Quina tonteria! Continuo caminant cap a casa.

A la ciutat, els ocellets són els estels fugaços del matí. Amb peticions de desitjos més o menys impossibles incloses.

sábado, 10 de agosto de 2013

Un pobre desquiciado


UN POBRE DESQUICIADO: Hoy me he dado cuenta de que no soy una máquina.

(pausa)

¿Vosotros lo sabíais? Porque yo no... Eh, que no somos máquinas, ¡que no lo somos! ¿Usted lo sabía? ¿Y usted? ¡Yo no! ¡¡Yo no!! Llevo todo este tiempo intentando actuar como una máquina perfecta… ¡Pues resulta que no lo soy! ¡Que no lo somos! Por eso duele fallar, por eso se le llama “fallar”, porque cuando se nos aprieta un botón y no hacemos lo que se espera que hagamos, cuando salimos de la pauta, del libro de instrucciones, no estamos actuando como máquinas. Por eso duele fallar, ¡por eso!, porque cuando no actuamos como máquinas, sentimos que no lo estamos haciendo bien, que no estamos dando la talla, que nos faltan piezas… ¡Resulta que todo el mundo cree ser una máquina! ¡Que no! ¡Que no lo somos! ¡Que somos personas! Somos personas y siempre lo seremos, por mucho que intentemos comportarnos como máquinas perfectas, ¡no lo somos!, y esta desconexión entre lo que creemos ser y lo que realmente somos nos duele. Joder, ¡claro que nos duele!, ¡porque somos personas!, ¡no máquinas! Y, lo peor de todo, lo siento, lo peor de todo, ¿sabéis qué es? Lo peor de todo es que estamos empezando a tratar a las máquinas como a personas. Creemos que las máquinas son personas, perfectas diosas que todo nos lo solucionan… ¡¡No!! ¡¡Que no!! ¡¡Error, joder, error!! Convivimos con ellas día a día, nos relacionamos con ellas muy íntimamente, hablamos con ellas, soñamos con ellas, las admiramos, ¡a veces las besamos!, ¡tenemos sexo con ellas!, ¡sexo!, ¡sexo! Hay personas que solo tienen sexo con máquinas, ¡¡¡estamos haciendo el amor a máquinas!!! ¡¡¡Máquinas!!!

(pausa)

(retoma) Establecemos vínculos afectivos con ellas, las queremos, las amamos, las estamos amando… Amamos a las máquinas como si fueran personas, joder… No son personas, no son nada… Solo son máquinas… Y nosotros no somos máquinas, no somos máquinas, no somos máquinas, no somos máquinas…

(pausa)

No quiero ser una máquina, no quiero… no quiero…

(pausa)

Hoy me he dado cuenta de que no soy una máquina.

(pausa)

Hoy voy a empezar a aceptar mi humana incoherencia.

jueves, 18 de julio de 2013

Espectador impotente


Hoy he dejado que las cosas caigan, que el viento destroce lo construido, que el desastre se desate paso a paso, que el pánico cunda de golpe. Y no he hecho nada, he tomado el papel de espectador impotente, he convertido en platos mis ojos y en piedras mis pulmones, olvidando el pestañeo y la respiración. Y he entendido, así, entre latigazos de taquicardia, muchas cosas del incontrolable mecanismo de la vida.