martes, 8 de marzo de 2011

Asumo el riesgo

¿Y qué sería la vida sin riesgo? Riesgo de ofender al mejor amigo, riesgo de caer en la tentación prohibida, riesgo de cometer faltas de ortografía, riesgo de parecer patético, riesgo de fallar en algún momento, riesgo de tropezar por la calle, riesgo de llorar en público, riesgo de equivocarse… riesgo de vivir.

¿A caso los pájaros vuelan con arnés? No. ¡Claro que no! Se lanzan al vacío desde la rama más alta del árbol más grande. Y no temen. Abren las alas y vuelan, asumiendo el riesgo de fallar y caer.
Quizá nosotros, los humanos, teníamos alas hace tiempo. Y quizá fue precisamente ese miedo al riesgo el que nos las quitó. Imaginad… Todos los humanos, al nacer, teníamos unas grandes y fuertes alas que nos permitían volar y besar las nubes. Pero pronto apareció el miedo, ese miedo que siempre aparece cuando algo va demasiado bien, y dejamos de volar, pues nos daba miedo caer desde los cielos por un fallo. Al poco tiempo, empezamos a tapar nuestras alas con ropa, y estas, generación tras generación, han ido haciéndose pequeñas mientras nuestro miedo al riesgo no paraba de crecer. Y ya lo veis… desaparecieron, y con ellas se fue nuestra valentía, nuestra libertad. Dejamos de sufrir por el riesgo de volar, sí, pero perdimos el cielo. ¿Qué precio somos capaces de pagar los humanos para no asumir riesgos? Demasiado alto, en mi opinión.
Y ahora que los humanos vivimos en la seguridad de la tierra, no hacemos más que desear el cielo y su tranquilidad, su paz. Pero hemos olvidado que un día, hace mucho tiempo, ese cielo inalcanzable, era nuestro, y que por culpa del miedo al riesgo lo perdimos.

¿Estamos dispuestos a perder más cosas por ello? ¡No! No dejemos de hablar por miedo a no gustar. No dejemos de bailar por miedo a tropezar. No dejemos de abrazar por miedo de ser rechazados. No dejemos de sentir por miedo a llorar. No dejemos de intentar por miedo a fracasar. Porque aunque el miedo al riesgo siempre está y estará presente en nuestras vidas, no dejemos de vivir por él, pues, ¿qué sería la vida sin riesgo? Una vida sin cielo, ya lo veis.

Por eso yo asumo el riesgo. Y el día que los pájaros no vuelen por miedo a fallar y caer, ese día, dejaré de intentar que me salgan alas y me rendiré, pues mi cielo se habrá vuelto de verdad inalcanzable. Pero hasta que este momento llegue, no voy a dejar de arriesgar para vivir. Porque la vida es riesgo, y aunque el riesgo es miedo, sin él, no hay cielo.

2 comentarios:

  1. Hola Itsaso !!

    Me gusta mucho cómo has descrito esta tensión vital.

    Tienes razón, la vida sin riesgo no es Vida. Nos movemos permanentemente entre el orden y el caos. Nuestros instintos conservadores y nuestras ganas de cambio y aventura cohabitan, no siempre de forma equilibrada.

    La vida nos reta continuamente y cuando arriesgas ella te lo devuelve con creces en forma de conocimiento y experiencia. Arriesgar es un riesgo pero merece la pena. Mejor sentir, incluso en los malos momentos, que estar anestesiada...

    Bueno, te sigo leyendo por aquí. Me encanta cómo escribes
    Un beso
    Itziar

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