lunes, 23 de mayo de 2011

¿En qué cabeza cabe?

- Pero, ¿a dónde te crees que vas? ¿Y el colegio? ¿Y tus planes de ir a la universidad? ¿Y Pierre? ¿Y tu padre? ¡Las cosas no se hacen así! ¡No puedes coger una maleta, llenarla de trapos y desaparecer por esa puerta sin decir a dónde vas! Y, ¿de qué piensas vivir? ¿Del aire? Venga, vuelve a casa, hija… Vuelve y lo hablamos…

- No, mamá, no voy a volver. Daniel está enchufado en la pescadería de su tío y yo estoy buscando trabajo. De momento vivimos en una pensión pero pronto encontraremos un piso y... nos queremos, mamá.

- ¡¿Que os queréis?! ¿Y de qué os sirve eso? Dime, ¿de qué? ¿Os dará de comer el amor? ¿Os dará qué vestir, dónde dormir? Irse así de casa… sin nada… de repente… En qué cabeza cabe… ¡¿En qué cabeza cabe?!

- En ninguna, mamá… Esto que te cuento tan sólo cabe en el corazón. Por eso ni papá ni tú podéis entenderlo. Porque hace mucho tiempo ya que no escucháis a vuestro corazón. Renunciasteis a él. Y, en consecuencia, renunciáis a mí. Adiós.


domingo, 22 de mayo de 2011

Floridia

Floridia está tumbada en el césped de algún parque. Tiene los ojos cerrados. Siente como el sol le quema la piel, sobretodo sus brazos desnudos. De repente alguien le coge de la mano, es él. Floridia ríe sin razón aparente, quizá por efectos de lo que ha fumado… o quizá por el cosquilleo eléctrico que le da siempre al sentir los dedos de Daniel paseándose por su cuerpo…

Todo es perfecto, el césped, el sol, la risa… Floridia a penas habla, tan sólo ríe de los comentarios de Daniel, que, en cambio, no calla más que para coger aire para volver a hablar. A cualquier otro podría resultarle pesado tal monólogo absurdo, pero a Floridia le encanta, no hace más que reír y absorber todo lo que oye.

Ahora Daniel deja de hablar. Ahora Floridia busca sus ojos, esos ojos claros que tanto le gustan, que tanto le hipnotizan. Ahora se besan. Y el sol sigue haciendo su función.

A parte de la voz de Daniel, Floridia percibe otro sonido… un saxofón… Parece que alguien practica alguna partitura de jazz. Pero no suena muy bien… Repite constantemente el mismo sonido… Espera. No es un saxofón… ¿Qué es? ¡Es horrible! Ese irritante ruido altera a Floridia. ¿Qué suena de ese modo?

Floridia apaga el despertador de un manotazo y abandona la almohada.




sábado, 21 de mayo de 2011

Hermanos I

- ¿Qué es eso? ¡Está nevando!
- No, eso blanco que ves caer es azúcar glasé, ¿a que parece nieve?
- Pues yo creo que es nieve...
- ¿Pero como quieres que sea nieve? Si lo de la nieve es un invento, sólo pasa en las películas, pequeñajo!
- ¿Y no crees que lo del azúcar glasé es menos probable que la nieve?
- Mira que eres pesado... ¡Si te digo que es azúcar glasé es porque yo misma he visto como Ellos dejaban caer los sacos llenos!
- ¿Ellos? ¿Quienes son Ellos?
- Ellos, los de arriba... ¿Es que todo te lo tengo que explicar?
- Por lo menos deberías intentarlo, eso es lo que hacen las hermanas mayores. Pepita dice que tengo que aprender de ti, ¿y como voy a aprender de ti si no me cuentas como son las cosas? Hay muchas cosas que yo no sé y que…
- ¡Vale, te lo contaré! Pero no empieces otra vez con esa teoría tuya del aprendizaje…
- ¡No es mi teoría, es lo que Pepita siempre me dice!
- Vale, pesado… Me voy a dormir.
- ¡No! ¡Aun no me has contado quienes son Ellos!
- Ellos, los que viven en el cielo, los que siempre nos dicen lo que tenemos que hacer… seguro que has oído hablar de Ellos alguna vez…
- No…
- ¡Eso es imposible! Todo el mundo habla de Ellos.
- ¡Ah, bueno, espera! Alguna vez he oído hablar a papá de Ellos… Dice que son muy tontos, que prometen cosas y luego no las cumplen… pero él no dijo en ningún momento que viviesen en el cielo…
- ¡No seas cabeza hueca! Esos de los que tanto habla papá no son Ellos, son otros que viven en un sitio que se llama parlamento y que se reúnen todos los días para contar historias que salen en el periódico. Yo me refiero a los que viven allí, todos juntos. Son Ellos los que nos traen regalos si nos portamos bien en navidad, son los que hacen que, por la noche, salgan unos puntitos brillantes en el cielo. ¿Nunca te has fijado?
- Oh.
- Venga duérmete, que se hace tarde.

- Grete.
- ¿Mmmm?
- ¿Estás dormida?
- Mmmm.
- ¿Y qué estás soñando?
- Sueño que mi hermano no me deja dormir y que como siga así, mañana le haré comerse el brócoli que hoy ha guardado en la nevera a escondidas.
- Pues vaya sueño más raro…
- Buenas noches, Pierre.
- Buenas noches.

Sunahi y yo en la bañera. Quizá año 2000.

lunes, 16 de mayo de 2011

Culpabilidad

¿Por qué haces eso? ¿Por qué me tratas siempre tan bien? Me sonríes, me abrazas, me cuidas… ¿y pretendes irte de rositas? ¿Pero quién te has creído que eres? Yo quiero que me maltrates, que me ignores, que me hagas llorar, que me muerdas, que me quemes la piel, que me grites… ¡Pero no me castigues así! ¡No puedo más! Golpéame si es necesario… golpéame… golpéame… hazme daño… ¡hiéreme! Hiéreme como yo lo hice. Como yo lo hago.

Porque el único castigo peor que un golpe, es tu abrazo.

viernes, 13 de mayo de 2011

Querida Locura

Querida Locura,

Últimamente te busco y no te encuentro. Te busco en las canciones, en las sonrisas, en la lectura… Pero no estás.
Te necesito, las cosas por aquí están estancadas. Don Aburrimiento se ha instalado en casa, y se le ve muy a gusto por aquí, parece que no se irá nunca. Ya no sé cómo echarle. Lo he intentado de mil formas, la joven Distracción me ha estado ayudando, pero es imposible… Cuando don Aburrimiento se apoltrona en el sofá, no hay quien le mueva. Es demasiado pesado, sin embargo, está vacío. No hay nada dentro de él. Es un vacío que nos apresa, nos ata. Es imposible huir, es imposible liberarnos… No hace más que ocupar todo, los cajones, las palabras, nuestras mentes… Lo ocupa todo y lo vacía a la vez. Estoy harta. No puedo más.
A veces se trae a sus amigos: Monotonía y Hastío. El tiempo con ellos pasa despacio. Son una carga demasiado grande, demasiado pesada. Son como alimañas que se alimentan del brillo de los ojos de la pobre Originalidad, y la dejan seca, muerta.

La pequeña Libertad y la bella Felicidad no se dejan ver por aquí. No creo que vuelvan… por lo menos mientras Don Aburrimiento siga envolviéndolo todo.

Te necesito, Locura, te necesito y no sabes cuánto. Tú eres la única capaz de liberarnos de este tormento. Tú eres la única que hará que los demás vuelvan… El señor Curiosidad, la fogosa Pasión, doña Risa… Sin ellos nada es lo mismo.
Debes venir pronto, querida Locura, antes que la insistente Paciencia se quede sin fuerzas, antes que don Empeño acabe rindiéndose… Pronto.

Un gran abrazo. Te extraña y te espera,

Rutina

martes, 3 de mayo de 2011

¿Debemos pagar siempre con la misma moneda?

Pistolas, bombas, balas, heridas, sangre, llantos, muerte. Muertes que se pagan con más muertes. Llantos. Cambiamos balas por balas, bombas por bombas. El castigo por herir, es sangrar. El castigo por matar, es ser muerto.

¿Quién es mejor? ¿Quien mata por placer? ¿O quien mata por rencor? ¿No es más comprensible y sano actuar por placer, por querer, que por rencor? ¿No es mejor matar por amor que matar por odio? ¿Por qué, entonces, un asesino que mata por amor a una ideología merece más ser muerto que un asesino que mata por odio a una ideología? ¿No es absurdo?

¿A caso matar a un asesino no nos convierte en asesinos también? ¿O es que matar al que ha matado, es bueno? ¿Se debe pagar siempre con la misma moneda?

Decimos matar en nombre de la justicia... Pero, lo siento, el verbo ''matar'' y la palabra ''justicia'' nunca pueden ni podrán ir vinculados. Matar por justicia… lo más absurdo que he oído nunca. ¿Qué es justicia? Mil cosas, menos matar.
Seamos sinceros... si matamos es por venganza, por castigo, por rencor. Y si dejamos que el odio sea el autor de nuestros actos, estamos permitiendo que más gente en el mundo siga odiando, siga matando.

¿Así es como funcionan las cosas? ¿Si matas, mereces morir? ¿De verdad somos así? ¿Quién dibuja la fina línea separando lo bueno de lo malo, separando lo justo de lo injusto? ¿Quién decide? ¿Quién mata? ¿Quién muere?

No hacemos más que matarnos unos a otros. No hacemos más que morirnos. ¿Es eso lo justo? ¿A caso nadie se plantea la posibilidad de vivir sin matar o ser matado?

Para que esto no siga, alguien tiene que parar. Alguien tiene que bajar el arma. Alguien tiene que decir basta. Pero mientras el odio y la rabia sigan consiguiendo tanto dentro de un cuerpo humano, las cosas seguirán así. Los asesinos morirán en manos de otros asesinos, y, éstos, en manos de más asesinos. Los hombres matarán y serán matados. La vida no será más que muerte. Y todo por justicia…

Pistolas, bombas, balas, heridas, sangre, llantos, muerte. Muertes que se pagan con más muertes. Llantos. Cambiamos balas por balas, bombas por bombas. El castigo por herir, es sangrar. El castigo por matar, es ser muerto.

domingo, 1 de mayo de 2011

Una mirada

Una mirada. Tus ojos en mis ojos. Magia.
Y me pierdo, me hago pequeña, me abandono. Caigo en la profundidad de tus pupilas y siento que nunca volveré. No quiero volver. Quiero quedarme allí, contigo, en ti.
Tus ojos consiguen convencer a mis pulmones, pulmones que dejan de ser míos y ya no me piden oxígeno. Y no respiro. Se me olvida. ¿Para qué? Tengo tus ojos. Tus ojos me tienen.
Tu mirada me presiona la garganta y me lleva lejos. Hacia arriba. Vuelo. Como si de un enorme globo de helio se tratara, me agarra y me separa del suelo. De todo. Y viajo hacia algún lugar lejano, a las nubes. Pero no me muevo, mis músculos permanecen quietos, no quieren irse de aquel lugar… lugar en el que tus ojos me tienen atada, amordazada. Es imposible huir de allí, huir de ti.
Tus pupilas anulan mi pensar. Alimentan mi sentir. Siento que mi corazón deja de latir, sin embargo, éste late cada vez más deprisa. Como un tambor en redoble esperando una respuesta importante. Y no parpadeo por miedo a perder de vista tus ojos por un momento, por miedo a que desaparezcas, por miedo a desaparecer.

Pero te vas. Se van tus ojos. Y vuelvo. Y el mundo sigue girando. Mis pulmones reclaman oxígeno, mis pies sienten el duro suelo, recupero mi pensar, parpadeo… Y con ansiedad espero a que vuelvas a decidir mirarme. Mis ojos esperan tus ojos.

Todo en una mirada.