domingo, 1 de mayo de 2011

Una mirada

Una mirada. Tus ojos en mis ojos. Magia.
Y me pierdo, me hago pequeña, me abandono. Caigo en la profundidad de tus pupilas y siento que nunca volveré. No quiero volver. Quiero quedarme allí, contigo, en ti.
Tus ojos consiguen convencer a mis pulmones, pulmones que dejan de ser míos y ya no me piden oxígeno. Y no respiro. Se me olvida. ¿Para qué? Tengo tus ojos. Tus ojos me tienen.
Tu mirada me presiona la garganta y me lleva lejos. Hacia arriba. Vuelo. Como si de un enorme globo de helio se tratara, me agarra y me separa del suelo. De todo. Y viajo hacia algún lugar lejano, a las nubes. Pero no me muevo, mis músculos permanecen quietos, no quieren irse de aquel lugar… lugar en el que tus ojos me tienen atada, amordazada. Es imposible huir de allí, huir de ti.
Tus pupilas anulan mi pensar. Alimentan mi sentir. Siento que mi corazón deja de latir, sin embargo, éste late cada vez más deprisa. Como un tambor en redoble esperando una respuesta importante. Y no parpadeo por miedo a perder de vista tus ojos por un momento, por miedo a que desaparezcas, por miedo a desaparecer.

Pero te vas. Se van tus ojos. Y vuelvo. Y el mundo sigue girando. Mis pulmones reclaman oxígeno, mis pies sienten el duro suelo, recupero mi pensar, parpadeo… Y con ansiedad espero a que vuelvas a decidir mirarme. Mis ojos esperan tus ojos.

Todo en una mirada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario