domingo, 22 de mayo de 2011

Floridia

Floridia está tumbada en el césped de algún parque. Tiene los ojos cerrados. Siente como el sol le quema la piel, sobretodo sus brazos desnudos. De repente alguien le coge de la mano, es él. Floridia ríe sin razón aparente, quizá por efectos de lo que ha fumado… o quizá por el cosquilleo eléctrico que le da siempre al sentir los dedos de Daniel paseándose por su cuerpo…

Todo es perfecto, el césped, el sol, la risa… Floridia a penas habla, tan sólo ríe de los comentarios de Daniel, que, en cambio, no calla más que para coger aire para volver a hablar. A cualquier otro podría resultarle pesado tal monólogo absurdo, pero a Floridia le encanta, no hace más que reír y absorber todo lo que oye.

Ahora Daniel deja de hablar. Ahora Floridia busca sus ojos, esos ojos claros que tanto le gustan, que tanto le hipnotizan. Ahora se besan. Y el sol sigue haciendo su función.

A parte de la voz de Daniel, Floridia percibe otro sonido… un saxofón… Parece que alguien practica alguna partitura de jazz. Pero no suena muy bien… Repite constantemente el mismo sonido… Espera. No es un saxofón… ¿Qué es? ¡Es horrible! Ese irritante ruido altera a Floridia. ¿Qué suena de ese modo?

Floridia apaga el despertador de un manotazo y abandona la almohada.




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