domingo, 2 de febrero de 2014

El burka


Puede ser que existan en mí dos maneras de quererte.

La primera es infinita, libre y desordenada; te quiero grande, en explosión, contradicción y danza; te quiero desbordante, plena y peligrosa; loca, montaña rusa, grito a pulmón y heladito de pistacho a las seis de la tarde; te quiero desnuda, salvaje y violenta, rebelde ante todo concepto inmoral, pistola en la sien y dildo juguetón entre las piernas. Te quiero enamorada, besando, volando, viajando y enamorando a todo el mundo; te quiero caliente, sexual, brutal, anal, orgasmo y pelos de punta; te quiero enfadada, potente, mordiendo la cuerda que aprieta, acariciando las grietas, partiendo cadenas y echando la siesta. Te quiero mojada y seca, niña y vieja, blanca y morena, feliz y deshecha. También te quiero pequeñita, dulce, frágil, suave, tierna, como aquella cereza que mientras se deshace espera un rescate. Te quiero ancha y seria, fría y llena, triste y buena; y te quiero ganadora, pedante, triunfante, orgullosa, buena suerte, dado y cubilete. Te quiero brillante, estrella, sonrisa y tregua; te quiero errónea, dudando, pensando, falta de ortografía, tachón y vuelta. Te quiero diosa, tomando el mar, bañada en sol, dejándote trepar por aquel caracol que tanto tarda en llegar; te quiero sonriente, buenos días, legaña, pirata, mentira y atenta. Te quiero primera, cabeza, líder, índice y tremenda; volcán, huracán, serpiente y vela; y última, incluso te quiero última…

Pero de repente aparece mi segunda manera de quererte… quizá más oscura, egoísta, impura; y es que te quiero mirándome, buscándome, abrazándome; te quiero queriéndome, acariciándome, follándome, yo, a mí, me, mía y ya. Te quiero necesitándome, rogándome, lamiéndome la planta de los pies; te quiero enferma, histérica, temblando y llorando, suplicando que vuelva. Te quiero asustada, esperándome en la parada, promesa, renuncia y condena. Te quiero con burka para que nadie más te vea, que seas mi única, mi cueva. Cuervos arrancándote los ojos cuando no me miras, cuerdas atándote las piernas si no vienes a verme, manos cerradas si no están las mías, labios cosidos si no es en mi cama. Te quiero esclava, callada y volcada, tendiendo constantemente hacia el fondo el pozo de mi ombligo. Te quiero muerta si no vives conmigo.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario