Hoy he dejado que
las cosas caigan, que el viento destroce lo construido, que el desastre se
desate paso a paso, que el pánico cunda de golpe. Y no he hecho nada, he tomado
el papel de espectador impotente, he convertido en platos mis ojos y en piedras
mis pulmones, olvidando el pestañeo y la respiración. Y he entendido, así,
entre latigazos de taquicardia, muchas cosas del incontrolable mecanismo de la
vida.