viernes, 30 de agosto de 2013

Incienso


A Ju, para que no le duela la cabeza.

- Quiero ser una niña.
- Y yo una nube.
- Si fueras una nube, yo te tocaría.
- Hmmm…

(pausa)

- Aunque, como no tienes cuerpo (al menos el que conocemos como humano), te tocaría una gota… Y eso, a lo mejor, en el mundo de las nubes, es el pene. O el hombro. O el esfínter anal.

(pausa)

- Estarías casi masturbando a una nube…
- ¿Y la eyaculación es la lluvia?
- Podría serlo…

(pausa)

- Me duele la cabeza del incienso…

sábado, 24 de agosto de 2013

Ruptura


Enormes cristales afilados subiendo por mi tráquea. Escupo uno a uno cada trozo transparentemente limpio. Cortan, duele, pero no hay sangre. Voy guardando los añicos en la mano, quizá para reconstruir algo que dentro de mí se ha roto, algo que mi cuerpo está rechazando. Apenas puedo respirar, los cristales escalan por mi garganta sin parar, uno detrás de otro, sin tregua. No vienen del estómago, no los estoy vomitando, no los tragué en ningún momento; vienen de más arriba, de otro lugar, del pecho quizá. Algo se ha roto ahí dentro, algo de cristal, y sin darme cuenta, contracción tras contracción, estoy barriendo, quitando mi mierda, sacándola fuera.

“¡Para ya!, ¡respira, joder!, ¡vas a cortarte!, ¡para, para ya, por favor!”. Me lo dices como si pudiese parar, como si esto lo estuviese haciendo yo. Me lo dices como si no me estuviese cortando ya. Sí, me estoy cortando, ¡claro que me estoy cortando!, y duele. Pero no pasa nada. Te veo preocupada, estás llorando. No puedo hablar y decirte que no pasa nada, que lo que me pasa es normal, que duele pero que me irá bien, no puedo explicarte que simplemente estoy echando mierda fuera. Pero no llores, por favor, estaré bien.

Los cristales ya no caben en mis manos, son demasiados. Tú me ayudas y guardas unos cuantos en tus manos para liberar un poco las mías. Los coges con cuidado, para no cortarte. No sabes que estos cristales, por muy afilados que parezcan, jamás podrán cortarte, solo me cortan a mí, son míos, tan solo me duelen a mí.

Busco la sangre y no la encuentro, los cristales siguen saliendo limpios. Tiene que haber sangre, porque duele…

De repente el cielo se tiñe de rojo, quizá es esa la sangre que buscaba. Tú te asustas. Miras hacia arriba, por fin en silencio, has dejado de llorar. Parece que lo has entendido, parece que estás recordando. Sigo escupiendo.

Bajas la mirada, observas tus manos llenas de mis cristales. De repente ya no ves mis cristales y empiezas a ver tu martillo. No querías que pasara esto, no sabías que pasaría. Me abrazas. Sí, lo has entendido. Me agarro a ti, fuerte, pero el contacto de tu pecho con mi pecho, recién roto, duele, corta sin sangre. Otro cristal trepa por las paredes de mi garganta, acerco la mano a mi boca para guardarlo con el resto. Tú empiezas a llorar de nuevo, pero con un llanto distinto al anterior, un llanto más tranquilo, más amargo, porque ya lo entiendes.

Sigo sin poder hablar para decirte que no pasa nada, que estaré bien.


Mamá Google.

domingo, 18 de agosto de 2013

Cuentos en gerundio: vacaciones en Donosti

A Sunahi.

El sol gritando alto y claro que la vida es bella de vez en cuando. Los tamarindos acariciando el viento que pasa potentemente de todo. El cielo respirando profundo, grande. El amarillo de la bandera ondeando en nombre del brillante, bravo y escandalosamente frío mar Cantábrico. Tú pidiéndome que me quede un rato más en el agua, queriendo compañía. Las nubes flotando ahora poco pesadas y enredadas en mis volátiles pensamientos.

viernes, 16 de agosto de 2013

Ocell-estel

A la ciutat, els ocellets són els estels fugaços del matí. Creuen el trosset de cel que es pot veure entre edifici i edifici, acaricien el blau que s’endevina per lògica científica, em fan aixecar la vista durant un instant i em porten el record fresc de la grandesa i riquesa de tot allò que hi ha fora d'aquest lloc que ens fa esclaves. I llavors volo amb aquell ocell-estel durant una estoneta. A vegades xiulo i tot sense adonar-me’n; sóc un ocell-estel. Quina lleugeresa!

Però, amb la inevitable i típica fugacitat dels moments volàtils, l’ocell-estel em deixa de ser visible i es perd girant cantonada. Deixo de volar i, encara pitjor, penso que no he volat en cap moment. Quina tonteria! Continuo caminant cap a casa.

A la ciutat, els ocellets són els estels fugaços del matí. Amb peticions de desitjos més o menys impossibles incloses.

sábado, 10 de agosto de 2013

Un pobre desquiciado


UN POBRE DESQUICIADO: Hoy me he dado cuenta de que no soy una máquina.

(pausa)

¿Vosotros lo sabíais? Porque yo no... Eh, que no somos máquinas, ¡que no lo somos! ¿Usted lo sabía? ¿Y usted? ¡Yo no! ¡¡Yo no!! Llevo todo este tiempo intentando actuar como una máquina perfecta… ¡Pues resulta que no lo soy! ¡Que no lo somos! Por eso duele fallar, por eso se le llama “fallar”, porque cuando se nos aprieta un botón y no hacemos lo que se espera que hagamos, cuando salimos de la pauta, del libro de instrucciones, no estamos actuando como máquinas. Por eso duele fallar, ¡por eso!, porque cuando no actuamos como máquinas, sentimos que no lo estamos haciendo bien, que no estamos dando la talla, que nos faltan piezas… ¡Resulta que todo el mundo cree ser una máquina! ¡Que no! ¡Que no lo somos! ¡Que somos personas! Somos personas y siempre lo seremos, por mucho que intentemos comportarnos como máquinas perfectas, ¡no lo somos!, y esta desconexión entre lo que creemos ser y lo que realmente somos nos duele. Joder, ¡claro que nos duele!, ¡porque somos personas!, ¡no máquinas! Y, lo peor de todo, lo siento, lo peor de todo, ¿sabéis qué es? Lo peor de todo es que estamos empezando a tratar a las máquinas como a personas. Creemos que las máquinas son personas, perfectas diosas que todo nos lo solucionan… ¡¡No!! ¡¡Que no!! ¡¡Error, joder, error!! Convivimos con ellas día a día, nos relacionamos con ellas muy íntimamente, hablamos con ellas, soñamos con ellas, las admiramos, ¡a veces las besamos!, ¡tenemos sexo con ellas!, ¡sexo!, ¡sexo! Hay personas que solo tienen sexo con máquinas, ¡¡¡estamos haciendo el amor a máquinas!!! ¡¡¡Máquinas!!!

(pausa)

(retoma) Establecemos vínculos afectivos con ellas, las queremos, las amamos, las estamos amando… Amamos a las máquinas como si fueran personas, joder… No son personas, no son nada… Solo son máquinas… Y nosotros no somos máquinas, no somos máquinas, no somos máquinas, no somos máquinas…

(pausa)

No quiero ser una máquina, no quiero… no quiero…

(pausa)

Hoy me he dado cuenta de que no soy una máquina.

(pausa)

Hoy voy a empezar a aceptar mi humana incoherencia.