domingo, 3 de junio de 2012

Decir adiós...


Me gustaría tener una cajita…

Sí, una cajita de madera…

Una cajita donde poder guardar todos los momentos vividos aquí, estas paredes, estos pasillos, estos bancos de madera hechos para escuchar… Una cajita donde guardar todas las canciones que he aprendido en párvulos, todas las tizas que he cogido con mi mano nerviosa, todos los borrones que he hecho en mis libretas, todas las faltas de ortografía de mis apuntes…

Una cajita para poder guardaros a todos vosotros. Todos. Sin excepción. Los amigos de siempre, esos que han crecido conmigo, esos que me conocen mejor que yo misma. Los que un día marcharon, pero, sin embargo, siguen siempre aquí. Los nuevos amigos, los de ahora, los de hoy. Los compañeros con los que tanto he compartido… Las sonrisas por los pasillos, los apuntes prestados y perdidos, las risas prohibidas en clase, el mal humor de los lunes, los nervios antes de un examen…

Una cajita de madera en la que también guardaría los profesores que tanto me han enseñado, los profesores con los que he discutido, los que he querido y admirado, los que me han visto crecer… Las gafas de algunos de ellos, las botellitas de agua de otros… Toda la literatura que he leído aquí y que me ha puesto la piel de gallina, todas las lágrimas y abrazos, todos los imperativos lanzados con el ceño fruncido… Todo lo aprendido, incluso todo lo olvidado...

Esta cajita de la que os hablo la quiero llevar siempre conmigo, así que no puede ser muy grande, sólo lo suficiente para poder guardar en ella los quince años que he vivido aquí, con vosotros. Quince años… se trata de casi toda mi vida…
También me gustaría que la cajita tuviese una enorme cerradura en la tapa. La cerraría con dos vueltas y me colgaría la dorada llave del pecho para evitar que se me escapen los detalles más escurridizos de estos quince años, evitar que se pierdan las ideas y se borren las imágenes, evitar olvidaros…

Porque no quiero que esto acabe nunca. No quiero marcharme. Pero es inevitable… Como dicen por ahí, la vida es eso: terminar una etapa y empezar una nueva, decir adiós y decir hola… Sólo pido que todo esto que siento ahora mismo quede tatuado para siempre en mi memoria, porque no quiero olvidarlo nunca.

Y para eso necesitaría meteros a todos en una cajita de madera… Porque todos formáis parte de esto tan grande que siento dentro. Todos formáis parte del intenso remolino de emociones que me hace leer estas palabras. Remolino que se mantiene siempre vivo, remolino que recordaré siempre por su intensidad y grandeza.

Y es ahora, de repente, cuando me doy cuenta de que en realidad no me hacen falta cajitas de madera, ni cerraduras, ni llaves… Porque ya os tengo guardados, os llevo a todos en el corazón. Un corazón que cada día late más fuerte. Un corazón que cada vez es más grande. Un corazón que marcha ahora a otro lugar para aprender a volar. Pero un corazón que dice adiós con una sonrisa, porque no está solo, está lleno de todos vosotros, está con vosotros.